sábado, 27 de abril de 2013


La batalla de Paraguarí
La batalla de Paraguarí es el primer capítulo de aquel glorioso año en el que tomó cuerpo la idea de una nación plenamente independiente. Mostró a los paraguayos que eran capaces de defender sus tierras y sus posesiones sin el auxilio de nadie y constataron en carne propia las vacilaciones y debilidades de las autoridades españolas.
Se recuerda en la fecha 200 años de la batalla de Paraguarí o Cerro Porteño, uno de los antecedentes inmediatos cruciales de la gesta de la independencia paraguaya. Una fuerza expedicionaria enviada por la Junta de Buenos Aires al mando de Manuel Belgrano ingresó a territorio paraguayo para obligar a Asunción a reconocer la autoridad porteña. El 19 de enero de 1811 se produce el primer enfrentamiento con la victoria de las tropas locales, las cuales respondían todavía al gobernador español Bernardo Velazco, pero en cuya conducción ya era hegemónica la presencia de naturales de estas tierras. El rechazo de los paraguayos a someterse a los designios de Buenos Aires quedó rápidamente en evidencia para Belgrano y los suyos quienes esperaban una masiva adhesión en su marcha hacia Asunción. Tal cosa no ocurrió. Por el contrario, a medida que avanzaba la columna la población huía y se incorporaba a las unidades defensoras. La determinación de pelear por la autonomía estaba ya germinando.

Ya la voluntad férrea de no aceptar amos comenzaba a manifestarse en quienes desde hacía siglos se reconocían a sí mismos como paraguayos.

La batalla de Paraguarí es el primer capítulo de aquel glorioso año en el que tomó cuerpo la idea de una nación plenamente independiente. Mostró a los paraguayos que eran capaces de defender sus tierras y sus posesiones sin el auxilio de nadie. Aprendieron que a través de la unidad cualquier enemigo podría ser vencido. Sirvió también para que una dirigencia política y militar aún en formación se fogueara y pudiera constatar en carne propia las vacilaciones y debilidades de las autoridades españolas y realistas, dispuestas a entregarlo todo para salvar el pellejo. Después de Paraguarí nada volvería a ser igual: mientras el prestigio de las instituciones y figuras coloniales había quedado irremediablemente minado, la confianza de los paraguayos en sus propias capacidades había dado un salto definitivo. Belgrano habría de ser derrotado nuevamente en la batalla de Tacuarí, la cual derivó en su expulsión del territorio paraguayo.

Afortunadamente, Buenos Aires no logró su objetivo, pero la invasión militar a la entonces Gobernación del Paraguay fue un fuerte catalizador de la vida política local. A partir de las batallas de Paraguarí y Tacuarí los acontecimientos tomaron un curso prácticamente inexorable hasta desembocar en la gesta de mayo. Para los habitantes de la época estaba claro que Velazco y sus colaboradores no tenían ya la fortaleza ni la voluntad para protegerlos y guiarlos. En contrapartida, los nombres de Manuel Atanasio Cavañas o de los Yegros comenzaban a erigirse en alternativas confiables, aureolados como estaban por las victorias militares ante los invasores.

Las batallas de Paraguarí y de Tacuarí tuvieron pues el doble efecto de distanciar a los paraguayos de los españoles y realistas y de separar claramente las aguas con los porteños. Los paraguayos no pedían ni aceptaban un “libertador”, por más nobles que fueran los propósitos que declarara. A sangre y fuego fue repudiada esta pretensión y, aunque pasaron muchos años antes de que Argentina reconociera la independencia paraguaya, jamás volvió a intentar abolir nuestra soberanía por la fuerza. En definitiva, en el año del bicentenario de nuestra independencia, es importante comprender el papel central que la batalla de Paraguarí tuvo en aquel histórico proceso. 

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